Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


domingo, 30 de junio de 2013

Mad Men: lágrimas, fragilidad y puertas

El mundo de las imágenes está lleno de polisemias, de connotaciones y significados variados.
De metáforas, iconos, huellas y símbolos.
Se puede aplicar a todo: a la sombra, a los puentes, a un ojo, a los árboles o las camas.
Siempre con una lectura que va más allá de lo que el propio objeto representa.
Es por eso que en un audiovisual no puedes dejar de ver una lámpara, un lápiz, una escalera o un cruce de caminos como "algo más".

Y en esas estás cuando, de repente, sin saber muy bien por qué, descubres la relación directa que tienen determinadas series de televisión con determinados objetos.
A mí me pasa, no puedo evitarlo, al relacionar "Mad Men" con las puertas.
Quizá esto se merezca otra entrada, pero la serie que acaba de terminar su sexta y penúltima temporada es una serie llena de puertas (sí, en todos los sentidos).
Es esta una historia de época, de oficinistas y de vida, de cambios de roles, de lo masculino y lo femenino. Y tiene siempre, omnipresente, la presencia de las puertas como elementos que enlazan, influyen y conectan los espacios, los sentimientos, las historias.

Es muy curiosa la fascinación leve y contenida que desprende esta serie.
Y qué mejor para contener que una puerta, qué mejor para dejar escapar que una puerta, qué mejor para conectar dos mundos y dos espacios que una puerta.
Oficinas, casas, ascensores. Se entra, se sale, se cruza.
Mad Men es una serie de puertas, y para muestra un botón, el de esta escena de cuatro planos.

En el primer doble capítulo de la sexta temporada, Roger Sterling, uno de los socios de la agencia de publicidad, recibe una triste noticia, al inicio del capítulo, que apenas si logra afectarle, que solo saca de él su ya consabido sarcasmo.
El capítulo transcurre y. casi al final, al llegar a la oficina, su secretaria le comunica que el limpiabotas que solía cuidar de sus zapatos ha fallecido.
Una noticia menos traumática que la del principio, está claro.
Por lo visto la última voluntad del limpiabotas es que Roger conservara su caja de limpiar zapatos, y la azafata se la hace llegar.
Y entonces llega la historia, contada como digo en cuatro planos:

PRIMER PLANO:
Cómo no, abriendo una puerta. La que permite a Roger acceder a su despacho. la cierra y se sienta frente a la caja de limpiar zapatos.






SEGUNDO PLANO:
Cerramos en el encuadre. En una planificación bastante clásica, nos centramos en el personaje y ese objeto que ha traído consigo.
Efectivamente, si nos percatamos, la puerta ha desaparecido de este encuadre. Está Roger, y está solo en su despacho.
Vemos cómo se agacha y coge el cepillo.




TERCER PLANO:
Volvemos a cerrar el encuadre hasta un primer plano del protagonista. Nos interesa su reacción, sus sentimientos.
Como ya dijimos, había recibido una noticia traumática al principio del capítulo (que no desvelaremos) y ahora, casi al final, enterado de la muerte del hombre que durante muchos años limpió su calzado, se enfrenta solo a sus recuerdos y se desmorona.
Rompe a llorar y es este plano cercano el que más nos acerca a los verdaderos sentimientos de Sterling, pero no será hasta el plano siguiente que nos percatemos de algo mucho más profundo y mucho más inquietante: su fragilidad.




CUARTO PLANO:
Es este. El último plano de la secuencia.
Roger llorando. sí, pero no en un primerísimo primer plano, como alguno hubiera podido imaginar, para ver su dolor y su desesperación.
Es un plano abierto (el mismo que el 1, retomando el momento en que entró y retomando la puerta).
En este espacio vacío y quieto captamos mejor la fragilidad del personaje. Y lo captamos a través de esa puerta que une y conecta su realidad con la de fuera. Lo captamos a través de esa puerta que de algún modo está a punto de abrirse, cuya importancia en la composición hace que una y separe el dolor solitario de Sterling, convirtiéndolo en un sentimiento de fragilidad absoluta.
Una sola puerta que tiene más presencia que el llanto en sí.
Una sola puerta que más que esconder, acaba siendo testigo de un desmoronamiento.


Toda puerta tiene sus secretos, y Mad Men es, plano a plano, una serie llena de fragilidad y puertas.