Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


lunes, 11 de abril de 2011

The Tune: Una secuencia absurda de imágenes fijas

Puede resultar curioso reivindicar el valor de la fotografía en un blog de cine, y más si para ello acabo usando dibujos.
Pero es lo que hay.

Y es que reivindicar el valor de la fotografía, de la imagen fija, no es tal dislate cuando hablamos de la imagen en movimiento, pues la primera es la base primigenia e inseparable de la segunda.
De alguna manera es incidir en la importancia de la composición, del encuadre de esa imagen (que en cine se corresponderá con el plano) que observamos sin movimiento.
Pero en el cine, todavía más importante que la misma composición, es la utilización de la imagen fija en forma de secuencia.

Efectivamente, al ver primero una imagen, luego otra, luego otra, la lectura que tenemos varía.
Además hay una diferencia sustancial con otro tipo de manifestaciones equivalentes, como la secuencia fotográfica, el cómic o hasta la fotonovela, y es el hecho de que el espectador de cine no puede intervenir en el tiempo de lectura de la imagen.
Si en un audiovisual vemos una imagen fija (ya sea una fotografía, ya sea un dibujo, ya sea un encuadre sin movimiento), dicho encuadre dura lo que dura el plano, y terminará cuando por corte o transición aparezca el siguiente. Ese será el tiempo que tengamos para poder disfrutar y entender el mismo.

No creo que debamos considerarlo un defecto y sí -simplemente- una característica, pero resulta evidente, en este sentido, que la participación del espectador en una experiencia audiovisual es más pasiva que si la confrontamos con cualquier manifestación plástica, sobre todo en lo que a tiempos de lectura de la imagen nos referimos.

Y eso, no demos olvidarlo, sí que resulta una ventaja en manos del creador de dicho material audiovisual, pues tiene en sus manos un mayor número de herramientas para "manipular" al espectador a su antojo.
Además, uno mismo, que se reconoce espectador de cine, que le gusta y se deja manipular en el interior de una sala a oscuras, acepta este hecho como inevitable y en cierta medida gratificante.

Si encima, como será en el caso que nos ocupa, todo esto se mezcla con un brillante sentido del humor y mucho surrealismo, el resultado es magnífico.
Así que volvamos a las fotografías, a los dibujos y al cine, para hablar de una película de animación, "The Tune" que en realidad es una concatenación de cortometrajes del reconocido animador independiente Bill Plympton, hilvanados mediante la historia de una búsqueda de la melodía perfecta.

En un momento determinado de la historia, Didi, la protagonista femenina, recuerda su infancia mientras canta una balada.

Será ahí cuando el director recurra a las fotografías, a lo que conocemos como álbumes de fotos (el entorno privado de la imagen fotográfica) para contar la historia de la familia de la chica.
En realidad, como la película es de dibujos animados, las fotografías son en realidad dibujos, pero nosotros las entenderemos como tal.

Y va a ser en la sucesión de las mismas, en la visión primero de una, luego de otra y así, lo que nos dará una lectura global de dicha historia.
Se usarán imágenes fijas, sí, pero en la variación de las mismas (lo que las une, lo que las diferencia) estará el quid de la cuestión.

Hay poco más que añadir.
En la primera imagen vemos a la familia, y a partir de ahí lo que podremos observar son variaciones que irán aumentando exponencialmente.
El grado de surrealismo de dichas variaciones también irá en aumento, y será precisamente ese absurdo el que dote de coherencia a toda la secuencia.
Pero es mejor no decir más.
Lo suyo es verlo:










Con la última imagen (la más absurda, la más improbable) volvemos a fundir con un plano de la Didi actual cantando, y esos recuerdos suyos, que ha compartido con nosotros en forma de fotografías de su familia, tornan la nostalgia que percibíamos de su triste canción en otra cosa.

No ha sido sólo la sucesión de imágenes fijas.
Ha sido el hecho de irlas viendo una a una (primero una, luego otra) y con un tiempo determinado, el tiempo que el director ha elegido para cada una de ellas, lo que hace que la lectura global sea de una determinada manera.
Y uno, que se sienta en un cine para evadirse, le gusta ese dejarse llevar...